Los Cerros de Mavicure: Un Viaje a la Magia y el Misterio de la Selva Colombiana
- Sofia Ortega
- 26 mar
- 3 Min. de lectura
Imagina un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde la naturaleza y la cultura indígena se entrelazan en un espectáculo de belleza y misticismo. Los Cerros de Mavecure, tres imponentes monolitos en el departamento de Guainía, son mucho más que una maravilla geológica; son el corazón espiritual de los pueblos que han habitado estas tierras por siglos.
Ubicados a orillas del río Inírida, estos colosos de piedra -Pajarito, Mono y Mavicure- forman parte del Macizo Guayanés, una de las formaciones rocosas más antiguas del planeta. Llegar a ellos es toda una aventura, pues solo se accede en lancha tras un recorrido de aproximadamente dos horas desde la ciudad de Inírida. Pero el viaje vale cada instante: a medida que avanzas por el río, el paisaje se transforma en un lienzo de selva infinita, aguas oscuras y cielos reflejados como espejos en la superficie del agua.
Guardianes de la Naturaleza y la Cultura Indígena
Para los pueblos indígenas de la región -puinave, curripaco, tucano, cubeo y sikuani- estos cerros no son simples formaciones rocosas, sino guardianes sagrados cargados de historias y energía ancestral. Explorar sus senderos es adentrarse en un mundo donde la selva susurra secretos a través del canto de las aves y el murmullo del viento entre los árboles.
La biodiversidad de la región es impresionante. Desde orquídeas y bromelias hasta la emblemática flor de Inírida, cada rincón de la selva es un testimonio de la riqueza natural de Colombia. Y si tienes suerte, podrás avistar delfines rosados (toninas), monos juguetones y una variedad de mariposas que pintan el aire con sus colores vibrantes.
La Leyenda de la Princesa Inírida

Pero los Cerros de Mavecure no solo deslumbran con su paisaje; también esconden relatos llenos de magia. Uno de ellos es la historia de la princesa Inírida, una joven de belleza incomparable que rechazó a todos sus pretendientes. Un día, un hombre desesperado intentó conquistarla con un brebaje preparado con la planta puzana, pero la fórmula fue demasiado fuerte y, en lugar de enamorarse, la princesa enloqueció. Corrió sin rumbo hasta alcanzar la cima del Cerro Pajarito, donde decidió quedarse para siempre, convertida en la guardiana de la selva.
Se dice que, de vez en cuando, la princesa extraña a los humanos, y que quienes la visitan deben saludarla con cantos para alegrar su espíritu. A cambio, ella deja caer hilos de agua por las rocas, creando un espectáculo natural digno de un sueño. Su presencia también vive en la flor de Inírida, que cambia de color según su estado de ánimo. Si la princesa está feliz, la flor brilla con intensidad; si está triste, se apaga.
Un Destino para los Viajeros del Alma
Visitar los Cerros de Mavecure no es solo un viaje físico, sino una experiencia que transforma. Es un encuentro con la majestuosidad de la selva, con la sabiduría de los pueblos indígenas y con la esencia misma de Colombia. Para aquellos que buscan algo más que un simple destino turístico, Mavecure es un portal a lo sagrado, un recordatorio de que la naturaleza y la historia pueden contarnos relatos que ninguna ciudad podrá igualar.
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